A al muerte de David, hijo SALOMÓN (970-935 a.C.) gobierna en un período de paz (shalom), y por lo tanto de producción literaria, la cual, llegará rápidamente a su apogeo con los profetas.
Salomón organiza su corte a imagen de su suegro egipcio: cuenta con escribas e historiógrafos encargados de poner por escrito las palabras y hechos del rey. Durante el reinado de Salomón Israel creció como nación y vivió una época de gran prosperidad; se formó un poderoso ejercito de miles de carruajes y caballos, se construyeron flotas de embarcaciones, se instalaron industrias, se extendió el comercio a naciones extranjeras, se concluyeron las grandes obras iniciadas por su Padre David y comenzó a construirse un gran Templo para guardar allí el Arca de la Alianza.
EL TEMPLOD E JERUSALÉN
Se convirtió en un lugar de suma importancia para todo el pueblo; en él se realizaban los mismos rituales que antes se hacían en la Carpa: los sacerdotes quemaban incienso y ofrecían los sacrificios de animales que mandaba la Ley. era el centro del culto israelita y todos acudían a él una vez al año, por lo menos. El Templo era fundamental APRA la vida del pueblo, residía la presencia de Dios.
El precedente del templo de Jerusalén fue la Tienda Santa, cuyas dimensiones describe el libro del Éxodo (36, 8-38): estaba formada por veinte tablones de acacia, revestidos con lienzos de lino. Era la "tienda de la reunión", con un espacio interior dividido en dos estancias separadas por una cortina. El espacio del Santo de los Santos era de forma cúbica, pues los antiguos orientales vieron en esta forma una imagen del cielo; en este espacio la oscuridad era total, pues según una creencia antiquísima, Dios habita en lo oscuro. La tienda se hallaba ubicada en un patio, rodeado por sesenta columnas, revestida de plata, con los espacios intermedios cubiertos de cortinas de lino. En la parte oriental de este patio, ante la puerta de la tienda, estaban el altar de los holocaustos, que era una caja de madera de acacia recubierta de cobre y adornada con cuernos, que aludían a la divinidad; en esta parte del patio había un lavamanos para los sacerdotes. En la parte oriental de la tienda estaba el Arca de la Alianza, y en el espacio interior occidental se hallaban el altar del incienso o de los perfumes, la mesa de los panes de la proposición y el candelabro de los siete brazos
Salomón construyó el Templo como una casa para Dios, y una vez finalizado, se lo dedico en presencia de todo el pueblo, pidiendole al Señor que se digne de habitar esta casa. (1 Rey 8,22-23.27-29) y el Señor le dijo: “he oido la oración y la súplica…. Mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días” (1 Rey 9,3)
La prosperidad del reinado de Salomón dio lugar a un fuerte crecimiento cultural. Muchos escribas comenzaron a escribir las tradiciones que el pueblo las conservaba oralmente, ya que antiguamente eran nómades e impidió esta tarea. Pero ahora que gozaban un tiempo de paz y prosperidad, podían escribir todos los recuerdos de las maravillas de Dios que atesoraban en sus memoria.
Con Salomón empieza la literatura propiamente dicha en Israel. Hay algunos libros que se mencionan en la Escritura y que se han perdido: El libro del justo y El libro de las guerras de Yahveh. Hubo seguramente una Historia del arca (1 S 2 y 4), la Historia de la sucesión de David (2 S 9-20).
Se recoge también el Cántico del arca (2 S 1,17-27) y la Elegía por Abner (2 S 3,33-34) compuestas por David, al igual que algunos Salmos.
Se recogen también los dichos, condensado de la sabiduría popular, que formarán parte de los Proverbios (Prov. 10-22).
Particularmente se comienza a reunir las tradiciones sobre los patriarcas, el éxodo, la entrada en Canaán.
Hasta este momento la política económica de Salomón parecería todo un éxito. (1 Rey. 9, 28;10, 25-27) pero podemos observa que a partir del 1 Rey. 11 nos muestra los problemas existentes en este periodo, Llegó un momento que los gastos superaban los ingresos, entonces Salomón descargó su pesado déficit a sus súbditos en forma de tasas. Para hacerlo Israel fue dividido en doce distritos o prefecturas, que coincidían con el territorio de las tribus israelitas y de los enclaves cananeos todavía subsistentes. Para su administración nombró a doce gobernadores; cada uno de los distritos tenía que pagar una vez al año los gastos del mantenimiento de esta costosa administración central. (1 R 4,7-19 ; 5,7). La introducción del trabajo obligatorio especialmente a los israelitas libres, fue uno de los principales factores de revueltas y desordenes. Este sistema ya había comenzado con David. Con respecto a las relaciones comerciales “corrieron en cierta ocasión el peligro de deteriorarse por la imposibilidad por parte del rey israelita de pagar , o al menos de garantizar adecuadamente , las deudas contraídas con Jirán. Por lo que parece, éste había concedido a Salomón crédito ilimitado (1 Rey. 9,10-14). En la imposibilidad de responder económicamente, Salomón se habría visto obligado a ceder a Jirán una veintena de poblaciones situadas probablemente en la Galilea occidental.”Hubo también una disgregación territorial: por un lado, Hadad el edomita, se había refugiado en Egipto tras la victoria de David en Edón. Hadad fue bien recibido por el faraón y, a la muerte de David y Job, le pide permiso para volver a su tierra, donde reinó en Edón.