Soy un ser social: necesidad de pertenencia a un grupo.
¿Grupo o comunidad?
¿Qué es un grupo?
Un conjunto de personas unidas por lazos humanos, el afecto la simpatía, gente con la que “me siento bien”. Como por ejemplo, mi grupo de amigos.
Hay grupos más grandes, donde la relación es forzada, no querida, no elegida. No están unidos por el afecto sino por un objetivo o situación común. Por ejemplo, la división.
En el curso nadie eligió estar con nadie.
Nos tocó estar juntos. A todos con todos, a los que nos caen simpáticos y a lo que no nos bancamos.
Y compartir todos los días 5 horas de nuestras vidas.
En la división el conocimiento que tengo de los demás es fragmentario y superficial. Conozco muy pocas cosas del otro, de su vida, ni hablar de sus sentimientos.
Las relaciones son de tipo formal:
—¡Hola! ¿qué tal!
—Bien.
Nunca se te ocurra decir otra cosa que “bien”.
Por eso el “bache” que tengo en el conocimiento del otro lo completo con imágenes.
Este tipo debe ser así, o debe pensar de tal manera o hizo o dijo tal cosa, entonces seguro que deber ser...
No me tomo el trabajo de conocerlo. Lo juzgo, o mejor, lo prejuzgo.
Así cada uno de nosotros va quedando etiquetado: El “traga”, el “jodón”, el “ente”, los “vivos”, las “engrupidas”, las “lindas”, las “tontas”, etc...
Y el otro, mi compañero, deja de ser una persona, muy parecida a mí, con los mismos sentimientos, los mismos problemas, las mismas cosas que le preocupan... y pasa a ser una etiqueta, una imagen.
Con mi grupito, la cosa es distinta. Ahí puedo ser yo mismo, o al menos algo parecido.
A ellos, a los de mi grupo, les cuento mis cosas y me escuchan. Los conozco, me importa lo que les pasa.
Con los demás hay poco o ningún diálogo. Hay indiferencia o “pacto de no agresión” yo no me to con vos, vos no te metas conmigo. Si están o no están no me importa. De algunos, hasta pienso que sería mejor que no estuvieran.
No existe un compromiso personal con el otro.
Si me cabe, bien. Ai no, no le doy bola y listo. Que cada uno se arregle como pueda...
La ley de la selva: cargar o ser cargado. Sobrevivir en mi grupito o morir en soledad e indiferencia.
En el curso cada uno hace lo que quiere...
Al que le gusta, bien. Y al que no le gusta, que se la aguante.
En el curso, cada uno trata de acomodarse lo mejor posible para pasarla bien.
Que no me jodan, que no me usen (no mucho), que no se metan conmigo.
¿Qué es una comunidad?
Podemos tomar como ejemplo, la comunidad de los apóstoles. Ahí se dice que ellos vendían lo que tenían y repartían según las necesidades de cada uno...
Poner en común, es dar lo que uno tiene: mi capacidad de escuchar, de aconsejar, de hacer reír, de amar, de animar, de trabajar, de corregir, mi tiempo, mi inteligencia, mis ganas...
Una comunidad funciona así:
Lo que tengo, lo que soy, lo pongo al servicio de los demás...
Lo que necesito, lo que me hace falta, lo pido.
Si nadie pone su persona al servicio de los demás, si todos se guardan lo que son y lo que tienen... entonces nadie recibe nada.
Y todos nos quedamos más pobres y más necesitados...
No es un trueque. doy para que me den. Yo te hago este favor, porque entonces vos me lo tenés que devolver haciendo tal cosa por mí...
No.
Es una entrega generosa y desinteresada de uno mismo.
Esto que tengo, esto que sé, esto que soy, te lo ofrezco porque vos lo necesitas.
• La comunidad vive el amor cristiano todos los días en las cosas pequeñas...
El amor no consiste en grandes obras, sino en los pequeños gestos: el saludo, el preguntarle a alguien cómo está y escucharlo, el ofrecerme para explicar algo que no se entendió, el tratar de acercarme a los que no conozco, interesarme por el que está solo, dar una mano, darlas gracias, elogiar algo que me gustó, escuchar con amor a alguien que nos cuenta algo aunque no nos interese, no quejarse por todo, hacer pequeños servicios sin buscar ser notado o figurar, llamar a alguien que faltó por teléfono, escribirle una tarjetita o una cartita para su cumpleaños...
Habría que tener el “ojo de la Virgen María” para los detalles...
Sacar la vista de uno mismo, de mis problemas, de mis cosas y ponerla en los demás.
¿Cómo puedo hacer para que este compañero se sienta cómodo y querido?
En esto, hay que hacer el esfuerzo por superar el amor meramente humano basado en la simpatía y en la atracción que nos lleva a estar solo con los que nos caen bien.
La comunidad es una escuela de fraternidad. Eran tan unidos que era como si tuvieran un sólo corazón y una sola alma.
Hay que alimentar la convicción de que en el corazón del otro hay una capacidad grande de bondad, de amar a los demás.
Esa capacidad de bondad, a veces no sólo no se manifiesta, sino que se manifiesta todo lo contrario: muchas veces por timidez, porque el pecado la sofoca, por falta de un clima exterior que favorezca esa manifestación o por algún problema psicológico.
Por eso:
1) Empeñarnos en descubrir lo bueno en cada compañero: esto supone un esfuerzo de reflexión y atención. A pesar de lo malo que pueda ver, a veces alguien se muestra malo por fuera, pero quiere ser bueno por dentro.
2) Hablar siempre con aprecio de los demás, especialmente de los ausentes. De los demás, habalr bien o no hablar. Debería producirnos dolor escuchar que se habla mal del otro.
3) Saber olvidar y perdonar lo malo que se ve en el otro. Superar los prejuicios. Quemar los “ficheros”, sacar las etiquetas. Dejar el pasado en el pasado.
4) Prestar atención a sus problemas, a sus necesidades, a su persona...
5) Saber comunicarme. La expresión del amor es signo de madurez humana. La incapacidad de manifestar el amor lo es de inmadurez.
¿Qué es comunicarse?
Saber escuchar con simpatía.
Saber expresar lo que pienso, lo que quiero o deseo y decirlo con libertad y sin temor, saber expresar lo que siento, lo que necesito o espero de los otros.
Dar el primer paso: en saludar, en sonreír, en perdonar y pedir perdón, en acercarnos a los demás.
Saber corregir y ser corregido. Con sinceridad, con amor, con oportunidad, como nos gustaría que nos corrigieran a nosotros.
Algunas lecturas para meditar:
• Mateo 5, 43—48:
• Hechos de los Apóstoles 2, 42—47
• Carta a los Efesios 4, 25—32
• 1 Carta a los Corintios 13, 1—7
• Carta a los Romanos 12, 8—21
• Carta a los Colosenses 3, 12—14
“Que todos sean uno...”
Decir comunidad es decir camino compartido, multitud de manos que se unen para, entre todos, hacer la marcha más liviana, abrazo de miradas que se buscan para buscar, unidas, la mirada de “Aquel” que por nosotros dio la vida, es compartir, la vida entrelazada, es reunir bajo las mismas esperanzas las diferencias, que así, no nos separan.
Decir comunidad es hablar de proyecto común, sueños compartidos, camino acompañado. Es pensar en el otro y en lo mejor para el otro y pensar, juntos, en lo mejor de nosotros para todos los otros.
Decir comunidad es darse fuerzas entre todos. Es alentarse con la palmada en el hombro, es corregirse sin miedo a los enojos. Es animarse a crecer juntos poco a poco.
Decir comunidad es hablar de apertura y entrega, servicio a los demás, aprender a brindarse, generosos. Es compartir la vida de Dios fuente de vida, de esperanza y de amor.
Decir comunidad es común-unidad de criterios verdaderos (los del Evangelio), de opciones valientes (las de Jesús), de desafíos audaces (los del Reino en marcha).
Decir comunidad es el encuentro de muchos que animados y alentados por el Espíritu, buscan clamar a DIOS, ABBA!!!
Aquí estamos Señor unidos y en camino para hacer crecer tu Reino. Do