2.3 Los vínculos: la Familia, la generación de sus padres también tiene algo que decirle.
La familia, comunidad de personas, es una institución fundamental para la vida de toda la sociedad. Es reconocida en su identidad partiendo del matrimonio como base de la institución familiar. La especificidad de la familia es el existir juntos y vivir juntos, es comunidad y por eso resulta la primera sociedad humana.
El matrimonio está formado por la alianza entre el hombre y la mujer, que constituyen entre sí un consorcio para toda la vida, fundado y alimentado en el amor mutuo. Gracias a esa unión y a la expresión de ese amor mutuo se hace posible dar la vida a los hijos. En la concepción y generación de un nuevo ser humano, Dios mismo está presente. Es por esto que podemos afirmar que la generación es continuación de la obra de la creación.
El origen de la persona humana no sólo se debe a las leyes de la biología, sino también a la voluntad creadora de Dios. Dios ama al hombre desde su inicio y le amará por siempre. Esta fidelidad amorosa es válida para todos, incluso para quienes nacen con enfermedades, limitaciones y discapacidades.
La dignidad de la persona parte de su origen del seno de una familia, cuyo origen salvaguarda no sólo la perspectiva biológica, sino también la biográfica e histórica. Lo fundamental es que en y por la familia se confirma la dignidad plena de las personas que, son valoradas y amadas por sí mismas. Por eso podemos afirmar que ella es el ámbito que presta seguridad afectiva y garantiza la unidad en el proceso de integración social.
La familia es el lugar de encuentro que contiene y da sostén en los momentos difíciles y de aflicción. Su amor y comprensión tienden a sanar las heridas producidas por los escollos y dificultades por los que se atraviesa a lo largo de la vida. También es el lugar donde se celebra con auténtica alegría y fervor los logros y los aciertos de cada uno de sus integrantes.
Las relaciones en la familia son enriquecedoras porque en ellas convergen diversas generaciones. Los abuelos aportan la sabiduría, fruto de la experiencia vivida. Los niños renuevan el hogar con su candor y alegría. Y los jóvenes con su frescura y dinamismo fortalecen la esperanza con su apuesta al futuro.
El modelo originario de la relación en la familia hay que buscarlo en Dios mismo. El “nosotros divino” en su relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, constituyen la fuente del “nosotros humano”.
La familia cimentada en el matrimonio es reconocida jurídicamente como institución estable. La Declaración de los Derechos Humanos de la ONU establece que ella es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene el derecho a ser protegida por la sociedad y el estado.
La Santa Sede en el año 1983 ha promulgado “La Carta Magna de los Derechos de la Familia” y enuncia los siguientes derechos:
- Derecho a contraer matrimonio y a formar una familia.
- Derecho a la paternidad responsable que incumbe a los esposos.
- El respeto a la vida.
- Derecho a existir y a progresar como familia.
- Derecho a la libertad religiosa.
- Derecho a ejercer una función social y política.
- Derecho al trabajo como medio de sustento.
- Derecho a poseer una vivienda digna.
Por otro lado, la familia tiene deberes entre sí para cooperar en el mutuo desarrollo:
- Deber de mantener una recíproca relación de amor.
- Deber de proveer una educación adecuada a los hijos.
- Deber de asistir y atender a cada uno de los integrantes.
La familia ha de ser el núcleo de promoción y desarrollo de los valores. Es la comunidad donde las personas se ayudan a crecer y a amar, lo que le convierte en el lugar más importante en la sociedad. Es el horizonte existencial donde el ser humano se puede realizar más plenamente, y donde el amor, el perdón, la solicitud y la comprensión permanecen siempre activos. Es esencialmente el lugar donde la persona es tratada por lo que es y no por lo que representa.
SITUACION DE LA FAMILIA EN EL MUNDO DE HOY
La situación en que se halla la familia presenta aspectos positivos y aspectos negativos: signo, los unos, de la salvación de Cristo operante en el mundo; signo, los otros, del rechazo que el hombre opone al amor de Dios.
En efecto, por una parte existe una conciencia más viva de la libertad personal y una mayor atención a la calidad de las relaciones interpersonales en el matrimonio, a la promoción de la dignidad de la mujer, a la procreación responsable, a la educación de los hijos; se tiene además conciencia de la necesidad de desarrollar relaciones entre las familias, en orden a una ayuda recíproca espiritual y material, al conocimiento de la misión eclesial propia de la familia, a su responsabilidad en la construcción de una sociedad más justa. Por otra parte no faltan, sin embargo, signos de preocupante degradación de algunos valores fundamentales: una equivocada concepción teórica y práctica de la independencia de los cónyuges entre sí: las graves ambigüedades acerca de la relación de autoridad entre padres e hijos; las dificultades concretas que con frecuencia experimenta la familia en la transmisión de los valores; el número cada vez mayor de los divorcios, la plaga del aborto, el recurso cada vez más frecuente a la esterilización, la instauración de una verdadera y propia mentalidad anticoncepcional.
En la bese de estos fenómenos negativos está muchas veces una corrupción de la idea y de la experiencia de la libertad, concebida no como la capacidad de realizar la verdad del proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia, sino como una fuerza autónoma de autoafirmación, no raramente contra los demás, en orden al propio bienestar egoísta.
Merece también nuestra atención el hecho de que en los países del llamado Tercer Mundo a las familias les faltan muchas veces bien sea los medios fundamentales para la supervivencia como son el alimento, el trabajo, la vivienda, las medicinas, bien sea las libertades más elementales. En cambio, en los países más ricos, el excesivo bienestar y la mentalidad consumística, paradójicamente unida a una cierta angustia e incertidumbre ante el futuro, quitan a los esposos la generosidad y la valentía para suscitar nuevas vidas humanas; y así la vida en muchas ocasiones no se ve ya como una bendición, sino como un peligro del que hay que defenderse.
La situación histórica en que vive la familia se presenta pues como un conjunto de luces y sombras.
Esto revela que la historia no es simplemente un progreso necesario hacia lo mejor, sino más bien un acontecimiento de libertad, más aún, un combate entre libertades que se oponen entre sí, es decir, según la conocida expresión de san Agustín, un conflicto entre dos amores: el amor de Dios llevado hasta el desprecio de sí, y el amor de sí mismo llevado hasta el desprecio de Dios <16>.
Se sigue de ahí que solamente la educación en el amor enraizando en la fe puede conducir a adquirir la capacidad de interpretar los "signos de los tiempos", que son la expresión histórica de este doble amor.
Juan Pablo II - exhortacion apostolica "familiaris consortio" [1981]
la mision de la familia cristiana en el mundo actual
Trabajo Práctico n.6:
Tema: la familia
Fecha de presentación: …../…../
Para pensar….. y debatir……
1. ¿Como ves a la familia vista desde la sociedad? ¿se le da valor?
2. ¿Qué importancia le das a la familia?
3. Algunos problemas que esta atravesando la familia de hoy, como por ejemplo la separación, crees que se deba a alguna aspecto negativo que menciona el Papa en su carta?
4. ¿Que cosas positivas encontrás en la familia de hoy?
5. Como jóvenes ¿se sienten escuchados por sus familia, ya sea padres, hermanos mayores, tíos, abuelos?
6. ¿Cuáles serian los temas en que ustedes los jóvenes pueden tocar abiertamente en sus familias y cuáles no? ¿porque creen que pasa esto?
7. Enumerar cuales serian los valores mas importantes que tendrían que vivir las familia
8. ¿Qué puede ayudar para lograr una familia unida?
9. ¿Qué pueden hacer los padres, qué pueden hacer los hijos para crear una sociedad mundo mejor (concretamente en el ambiente que viven)